Vi por primera vez "The Hot Rock" (que en España se tituló "Un diamante al rojo vivo") en televisión, probablemente en "Sábado Cine", a finales de los setenta o comienzos de los ochenta.
De niño disfrutas de las películas sin analizarlas. Luego creces y comprendes por qué algunas te gustan tanto. Otras dejan de interesarte. Las que siguen fascinándote año tras año, a pesar de que tu gusto evoluciona o se sofistica, ésas son realmente especiales. Pasan a formar parte de tu vida.
Aquella primera vez que vi "The Hot Rock" creo que lo que me atrapó fue su original mezcla de humor y suspense. Era "cool" cuando aún no sabíamos lo que significaba esa palabra. Yo tengo que reconocer que me pasé mucho tiempo cruzando las calles al volver del colegio como Redford/Dortmunder al final de la película, trotando rítmicamente y extendiendo el brazo para detener a los coches.
A los doce años uno no se fija en los títulos de crédito. Sólo reconoces a los actores. "The Hot Rock" era una película de Robert Redford, el de "Dos hombres y un destino", el de "Todos los hombres del presidente". Con el tiempo te enteras de que esas tres películas están escritas por el mismo guionista, William Goldman. Un poco antes aprendías a adivinar que una película iba a merecer la pena con sólo ver (y sobre todo escuchar) la secuencia de créditos: la aparición del nombre de Quincy Jones era siempre una garantía que raramente defraudaba. Su estilo era inconfundible.
Tardas más en caer en la cuenta de que "The Hot Rock" está basada en una novela de Donald Westlake, autor también de la que dio lugar a otra de esas películas que te marcaron de pequeño: "A Quemarropa", con Lee Marvin. Y mucho después te enteras de que Westlake también escribe guiones adaptados de otros grandes escritores, como el de "The Grifters", basado en la novela de Jim Thompson... el mismo que escribió "La Huida", adaptada por Walter Hill cuando sólo era guionista, dirigida por Sam Peckinpah y protagonizada por Steve McQueen... ¡el de "Bullitt"!... y entonces te fijas en el nombre del director de "Bullitt" y ves que es Peter Yates... el mismo que hizo "The Hot Rock"...
Ahora es posible hacer todas estas conexiones en cuestión de segundos gracias a internet, pero antes podía llevarte años, del mismo modo que hasta la aparición del VHS tenías que esperar a un nuevo pase en televisión o a algún ciclo en la filmoteca para ver de nuevo las películas y comprobar si habían conservado su poder de fascinación.
Peter Yates dirigió también otra de mis películas favoritas de todos los tiempos, "Los amigos de Eddie Coyle", de la que ya he hablado en este blog. Se trata de una adaptación de la opera prima de George V. Higgins, y en mi opinión es uno de los poquísimos ejemplos en los que una novela extraordinaria da lugar a una extraordinaria película.
Por alguna razón, descubrí esta película de Yates hace relativamente poco tiempo. A pesar de estar protagonizada por Robert Mitchum, que hace además una de las mejores interpretaciones de su carrera, nunca la he visto programada en televisión. Supe de su existencia a través de un comentario sobre la novela escrito por Elmore Leonard, autor cuyo rastro nos llevaría hasta Tarantino, Soderbergh...
Peter Yates murió justo hace un año, el 9 de enero de 2011. Pocos meses más tarde murió mi padre. Ambos habían nacido en 1929 y se habían casado en 1960. No es más que una casualidad sin importancia, otra conexión más. Como lo es también que uno de los últimos trabajos de Yates le trajera a España: rodó en el año 2000 una versión para televisión de El Quijote protagonizada por John Lithgow, Bob Hoskins e Isabella Rossellini.
Mientras escribo siempre me escoltan los carteles de "The Hot Rock" y de "Los amigos de Eddie Coyle", uno en la pared de enfrente y otro justo a mi espalda. A su lado, los carteles de otras de mis películas favoritas, dirigidas por grandes cineastas como John Cassavetes, Richard Brooks, Alan Pakula, Michael Cimino...
Peter Yates es el único director que se repite en dos carteles.
Querido tocayo, sólo me queda por decirte."Afganistán, Bananastán". Corroboro todo lo que cuentas, ya sabes que es una de mis películas favoritas y uno de esos finales que nunca me canso de ver y también, como tú, imitar al cruzar la calle. No por Yates, ni por Quincy (lástima no poder conseguir la banda sonora) si no por Robert Redford, a mi humilde entender el más grande de los vivos ya que nadie sabe moverse como él. Gracias por esta maravillosa crónica.
ResponderEliminarTienes razón, tocayo, yo también soy un gran defensor de Robert Redford, un actor tan extraordinario como infravalorado. No es cuestión de hacer bandos, pero siempre lo preferí a Newman. En "Dos hombres y un destino", el gesto con el que confiesa que no sabe nadar antes de saltar al precipicio vale por toda la interpretación de su compañero. En "Hot Rock" tiene varios momentos similares, de una sutileza increíble, como cuando dice "Afganistán-Bananastán" al empleado del banco, o cuando sube al helicóptero. En "Todos los hombres del presidente" se sale, por encima del prestigioso (y fantástico) Dustin Hoffman. Consigue con una mirada de soslayo lo que otros consiguen con aspavientos y subrayados. Viva Sundance Kid!
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