Desde hace dos semanas se está emitiendo en Telecinco "La Fuga", una serie creada por mí y de la que he sido también productor ejecutivo junto a Joaquín Górriz.
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Anna Serra (María Valverde) |
La historia detrás de "La Fuga" es larga y complicada. Ahora que la serie ya está en antena, me gustaría aclarar algunos aspectos del proceso de desarrollo del proyecto porque muchas de las cosas que se han publicado en internet durante los dos años que "La Fuga" ha tardado en ver la luz son inexactas.
En enero de 2010, David Martínez llegó a Telecinco procedente de TVE para ponerse al frente del Departamento de Ficción de la cadena de Mediaset. Yo entonces trabajaba como productor ejecutivo en BocaBoca y en nuestra primera reunión con él, David nos explicó qué tipo de proyectos estaba buscando. Comentó que estaba abierto a historias de género y mencionó de pasada la ciencia ficción. Esa semana yo había comprado el DVD de una película que en su día me había gustado mucho, "Atmósfera Cero" (1981) de Peter Hyams. Viéndola en mi casa pensé que sería una buena idea desarrollar una historia ambientada en el futuro, en un lugar cerrado. La película de Hyams transcurre en una mina perdida en un planeta lejano.
En 2009, además, se había estrenado con enorme éxito "Celda 211". La película de Daniel Monzón demostraba que se podía hacer género en clave española, en este caso un drama carcelario, algo prácticamente inédito en nuestra cinematografía.
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Sean Connery en la película de Hyams |
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Daniel Monzón dirigiendo a Tosar y Ammann |
"La Fuga" es, por tanto, "hija bastarda" de "Atmósfera Cero" y de "Celda 211" (de hecho, el personaje interpretado por Aitor Luna se llama Daniel en justo homenaje a Monzón, que es un buen amigo).
Se reprocha a menudo a la ficción televisiva española su falta de originalidad, se afirma que recurre a menudo a la copia más o menos descarada de series extranjeras. A propósito de "La Fuga" muchos han hablado de "Prison Break". Diré con total honestidad que, aunque veo muchísimas series americanas, cuando empecé a pensar en lo que acabaría llamándose "La Fuga" sólo había visto un par de capítulos de esa serie en concreto. Tiempo atrás sí que había visto la histórica "Oz" de Tom Fontana, por ejemplo. Pero repito que mis referencias directas eran las películas de Monzón y de Hyams. Y por extensión todas las historias de fugas, literarias y cinematográficas, que marcaron mi infancia y juventud, como "La Gran Evasión", "El Conde de Montecristo", "Papillon", "Fuga de Alcatraz", "Cadena Perpetua"... Por cierto, hablando de originalidad, la película de Hyams protagonizada por Connery le debe su argumento a "Solo ante el peligro" (1952) de Zinnemann. Lo que no es tradición es plagio, que decía D'Ors. O convenciones genéricas, me permito añadir yo.
En todo caso, es cierto que en una industria tan conservadora como la de la ficción televisiva en España, donde las cadenas que producen se dirigen a un público generalista y familiar, el parecido con un éxito previo suele facilitar las cosas a la hora de colocar un proyecto. Sobre todo para una serie arriesgada. Y "La Fuga", en nuestro panorama, sin duda lo es.
Lo era aún más en sus orígenes. Y es justo reconocer el valor de David Martínez al acoger con entusiasmo una historia que se llamaba entonces "Dante 9" y transcurría en el año 2650 en una prisión espacial a más de 30 años luz de la Tierra. El título (por el noveno círculo del infierno según el Poeta Supremo) era el nombre de la cárcel. Unos días más tarde hice una búsqueda en Google y descubrí que ya existía
una película francesa con un título muy parecido (cambiaba el 9 por un 1). ¿Adivinan de qué iba? De una cárcel en el futuro. Definitivamente, la originalidad no existe.
Mientras tanto, y antes de empezar a escribir ningún guión, nuestra cárcel se había acercado en el espacio y en el tiempo. Acabamos situándola en la Luna y en 2055. La idea de trasladar la acción a nuestro satélite natural fue del maestro
Benjamín Fernández, que se incorporó al proyecto muy pronto. Una cárcel desde cuyo patio los presos pudieran ver, a través de una cúpula transparente, la Tierra flotando en el cielo negro.
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La Tierra desde la Luna (el cráter Shackleton visible a la dcha.) Foto tomada por el satélite Kaguya |
En ese momento, el director con el que contábamos para diseñar la serie era Gonzalo López Gallego, con quien ya había trabajado en
"La piel azul". Gonzalo es, además de un magnífico director y un mejor compañero, un auténtico lunático; le apasiona todo lo que se refiere al satélite, las misiones Apollo, las películas sobre el tema...
Escribimos las primeras versiones de guión y Benjamín Fernández y su hijo Alejandro empezaron a plasmar en papel sus propuestas para los decorados.
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La cárcel en el cráter de Shackleton (dibujo original de Benjamín Fernández) |
Nuestra prisión aprovechaba las instalaciones de una colonia lunar formada alrededor de una mina de Helio3. En el dibujo de arriba se pueden localizar las tres cúpulas transparentes en donde estarían los patios, el único lugar en que los presos podrían ver el exterior. La mayor parte de los decorados se supondrían excavados bajo la superficie de la Luna, por lo que las paredes de las celdas serían de roca.
Como se puede comprobar, muchos de los elementos se han mantenido en los decorados que finalmente construimos para la serie. Las celdas de castigo, por ejemplo, siempre fueron unas mazmorras en un pasillo estrecho y claustrofóbico.
También se diseñaron los figurines para presos, funcionarios y mineros. Los hizo Elena de Lorenzo, que, como Gonzalo López Gallego, no pudo estar en el equipo que al final abordó la producción. Sus contribuciones, sin embargo, enriquecieron el proyecto y nos señalaron el camino a seguir.
No es habitual que en la fase de desarrollo de una serie de televisión (que suele limitarse a la escritura de guiones y biblia) se avance tanto en el diseño artístico del proyecto, pero en éste en particular queríamos estar todos seguros -cadena y productora- de qué aspecto iba a tener nuestra historia en la pantalla.
A comienzos de 2011 se desestimó la idea de situar la acción en la Luna. Es cierto que resultaba un entorno muy sugerente, pero también emborronaba un poco el concepto. Si hacer un drama carcelario en España era una apuesta novedosa, convertirlo además en una serie de ciencia ficción suponía sumar demasiados riesgos. A todos nos gustaba mucho el argumento (una mujer que se hace funcionaria de prisiones para ayudar a escapar de la cárcel al hombre que ama), y necesitábamos situar la historia en el futuro (él está en la cárcel por oponerse a un régimen totalitario), pero podíamos conservar esos elementos sin necesidad de añadir naves espaciales y gravedad cero.
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La Torre en el monitor del combo |
Fue un momento delicado, y se corrió el rumor por la Red de que la serie se había cancelado. Nunca fue cierto. Tuvimos, sí, que pararnos a reconsiderar todo el planteamiento. La verdad es que no tardamos mucho en encontrar una alternativa a la Luna. En el futuro que habíamos imaginado se habían agotado las reservas de petróleo y el Helio3 se había convertido en la nueva fuente de energía mundial. Teníamos mucha documentación sobre cómo sería
el mundo sin petróleo y sobre los usos que se empieza a dar a las viejas instalaciones petrolíferas que ya no producen crudo. Pensé que una vieja plataforma en medio del océano era un lugar perfecto para instalar una cárcel. Uno de mis compañeros guionistas señaló que la idea ya se les había ocurrido en "Face/Off" (1997), una película que me encanta pero que no recordaba que situara su cárcel en una plataforma (una vez más, la originalidad no existe). Lejos de disuadirme, la coincidencia con John Woo, director al que admiro, me hizo pensar que era una buena opción. Y que a Benjamín le gustara mucho el nuevo emplazamiento, más incluso que la colonia lunar, fue determinante.
David Martínez aprobó la propuesta y poco después se dio luz verde a la producción y comenzamos a levantar decorados.
En abril de 2011 todo estaba en marcha.
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Rasta (Jordi Vilches) y Daniel (Aitor Luna) |
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La exactitud de los 3D previos a la construcción realizados por Alejandro Fernández es asombrosa |
Yo supe entonces que, por motivos profesionales, no iba a poder quedarme hasta el final de la grabación de la primera temporada. El desarrollo se había prolongado mucho más de lo previsto y me pasó como a Elena o a Gonzalo, que otros proyectos reclamaron mi presencia (en el caso de Gonzalo el azar quiso que lo que le alejara de nuestra serie fuera una película que se desarrollaba...
¡en la Luna!).
Tomamos la decisión de incorporar inmediatamente a otro productor ejecutivo para que arrancara conmigo la grabación (que empezaríamos a primeros de julio), de modo que tuviera tiempo de hacerse con las riendas de la producción cuando yo tuviera que marcharme (a mediados de septiembre).
Joaquín Górriz aceptó el nada fácil reto de incorporarse a un proyecto en marcha y se puso a trabajar con nosotros a la semana de terminar
"Ángel o Demonio". Por esas mismas fechas, David Martínez abandonó la dirección del Departamento de Ficción de Telecinco y fue sustituido por Toni Sevilla. Ninguno de estos cambios supuso un problema; una serie de televisión es, por encima de todo, un trabajo colectivo y lo que importan no son tanto las personas como el proyecto. Cuando yo me marché se estaba grabando el capítulo 7 y la serie quedaba en manos de un equipo técnico y artístico fantástico que dio hace pocos días la última claqueta de la temporada. Ahora la palabra la tiene el público.
En verano, cuando llevábamos apenas un mes grabando, se publicó en internet que la cadena había decidido eliminar los elementos de ciencia ficción al ver las primeras imágenes de la serie. Es totalmente falso. Como ya he explicado, esa decisión se había tomado meses antes, a principios de año. Lo que se cambió fue el título. Cuando abandonamos el concepto "lunar", desde la producción ejecutiva advertimos de la conveniencia de buscar una alternativa a "2055" (que siempre fue un título provisional). La fecha remitía inevitablemente a la ciencia ficción, género al que ya no pertenecía la serie (cuya historia se desarrollaba ahora en un futuro cercano sin determinar). Generaba por tanto más confusión que otra cosa. Sin embargo, en Telecinco gustaban mucho las posibilidades promocionales de ese título por la coincidencia de los cincos con la imagen corporativa de la cadena, y por eso se había mantenido. Pero al final se dieron cuenta de que era mejor cambiarlo. Se barajaron varios, entre ellos "La Torre", y finalmente se escogió "La Fuga".
Ni mi marcha (decidida en el mes de mayo) ni el cambio de título tuvieron nada que ver con un descontento de la cadena al ver los primeros resultados en septiembre. Después de terminar el primer montaje del primer capítulo se decidió regrabar algunas secuencias, es cierto, pero todo el que conoce este negocio sabe que eso es algo completamente normal. La última palabra la tiene siempre el cliente, que es la cadena, y el cliente siempre tiene razón. El público, luego, se la da o se la quita. Y de momento los resultados han sido satisfactorios.
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Número Uno (Jack Taylor) en el monitor del combo; un privilegio haber podido contar con su talento. El personaje fue escrito pensado en él. Ha trabajado a las órdenes de Jesús Franco, Richard Lester, Polanski, Téchiné, Monte Hellman, Milos Forman... |
La ficción televisiva en España tiene que lidiar con serios hándicaps como el excesivo metraje de los episodios, la necesidad de atraer a targets amplísimos, las limitaciones presupuestarias... Sin embargo, creo que si miramos hacia atrás con cierta perspectiva, en los últimos años se están rompiendo barreras que parecían infranqueables. Es una progresión, lenta si se quiere, pero progresión al fin y al cabo.
En el mundo anglosajón, las cadenas de cable revolucionaron la ficción para televisión hace unos años; "Oz" fue precisamente la primera serie dramática de 50 minutos que abordó
HBO. Luego vendrían "Los Soprano", "Six Feet Under" y tantas otras. Palabras mayores. Ellos sí que están en otro planeta, a años luz de lo que podemos hacer aquí (y en casi cualquier otro sitio). En España, las cadenas "premium" acaban de empezar a producir (y
"Crematorio" es un buen ejemplo de que la apuesta por la calidad es posible). Si se me permite un símil deportivo, nos encontramos como cuando Fernando Martín fichó por los Portland Trail Blazers. Tuvieron que pasar 15 años antes de que otro español, Pau Gasol, jugara en la NBA. Ahora son ya 6 y Gasol figura en el All Star.
Si las cadenas siguen apostando y las audiencias acompañan, confío en que no tengan que pasar 15 años para que podamos experimentar una revolución semejante. Quizá peque de optimista, pero quiero pensar que es posible. Los que nos dedicamos a esto por lo menos tenemos que intentarlo.